La joven, que desde su irrupción en 1996 en Cosquín ha sido un emblema de ese tradicional espacio y, de algún modo, una de las caras visibles de una nueva estética para el género, apuntó que "allí vivo una sensación rara, porque a ese show lo sufro, es tanta la presión que no logro disfrutarlo"."En Cosquín siempre tengo la sensación de que hay más gente que me está mirando", resumió la vocalista que tras ganar el Cosquín de Oro en su primera y explosiva aparición en ese evento, registró su álbum debut "Poncho al viento".
A cinco días de un nuevo paso por el escenario Atahualpa Yupanqui, la vocalista nacida en Arequito comentó que "trabajo sobre cada show para tratar de no repetir la lista de canciones y después de tantos años de Cosquín, esta vez quise hacer una propuesta más austera, sin tanta parafernalia". Además de esa actuación más sosegada, la santafesina nacida el 12 de octubre de 1980 relató la extrañeza que le generó, después de 11 años cerrando el Festival, tener que inaugurar la jornada. "Fue raro estar al principio, pero, de alguna manera, fue una decisión nuestra -consignó- para no salir tan tarde, ya que el año pasado a tocamos a las 2.30, una hora después de lo previsto, y nuestro público se nos quedaba dormido". Con un ojo puesto en la audiencia y otro en el negocio que se mueve a su alrededor, agregó: "Abrir fue raro y, además, nos obligó a hacer una publicidad radial extra avisando que íbamos a las 22". Después de pasar por Monte Caseros y a horas de animar uno de los recitales centrales del espacio "Verano 07", anunció que el sábado, sobre el tablado de Pampa y Figueroa Alcorta, "la idea es mostrar cómo incorporo matices a mi música". "Aunque no puedo dejar de hacer esos clásicos con que la gente me conoció, la idea es que el show no sea todo el tiempo tan arriba", precisó la también autora de las placas "A mi gente", "Yo sí quiero a mi país", "Libre" y "Adonde vayas".
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